jueves, 30 de junio de 2011

La princesa muerta

Estaba tan desmejorada que no podéis imaginároslo. Los pantalones ya no contenían aquel trasero respingón y ya no mostraba un escote sugerente y sensual. Su sensualidad se había esfumado. Era un esqueleto andante. Un cadáver. La abracé, temerosa de romper su frágil cuerpo en mil pedacitos. Se me saltaron las lágrimas y se me agazapó un nudo tenaz en la garganta. La sentí sonreír y sus pestañas acariciaron mi cuello. "¿Te cuento un secreto?" me susurró. "Hace meses que no me siento guapa."
Pensé que era una broma. Los cortes de sus muñecas me hirieron a mí y sus ojos enormes parecían ciegos. Estaba enferma. Me miró con aquella mirada de tristeza infinita. "Ha sido muy difícil ¿sabes?" me confesó. "Quería ser una princesa como ellas." Señaló vagamente las revistas de la mesita. "Nadie dijo nunca que fuera fácil ser una princesa" murmuró. Aquella frase que siempre me pareció una ñoñería y que jamás comprendí. "¡Yo lo hice todo! ¡Lo hice todo!" me miró con desesperación. "Seguí los pasos de Ana y Mia. Fueron mis únicas confidentes. ¡Me dieron todas las directrices para llegar a esto!" Sujetó entre las manos una de las revistas de moda, mostrándome a una modelo en portada. "No me salte ni un paso ¡Ni uno! ¡Las dos me prometieron que sería una princesa!" casi lloraba de rabia. "Lo conseguí...lo conseguí. Soy una puta princesa. ¿Están contentas?"

No pude contener las lágrimas. Estampé la revista contra la mesita. Me puse en pie y me dirigí a la antesala del tanatorio. Los padres de mi amiga estaban allí, recibiendo besos y condolencias una tras otra. Llevábamos allí todo el día y yo no había tenido el valor de verla. No quería ver a aquella princesa esquelética que ya no era la amiga que conocí años atrás. Su madre me agarró del brazo. "Acompáñame un rato con ella. Le hubiera gustado que la despidieses" Pasamos junto a la mesita repleta de revistas repugnantes. Rodeamos la pared que separaba la estancia del velatorio. Allí estaba la dulce princesa.El irreconocible esqueleto de mi amiga reposando en un féretro blanco, abierto. El maquillaje no había tapado las marcas de sus manos ni había disimulado la delgadez extrema de su rostro. Era mi amiga, la princesa Ana, la princesa Mia, la princesa muerta. 

Marina B.

2 comentarios:

  1. Has convertido un hecho tan real como la anorexia en un relato precioso. Felicidades ^^

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  2. Debes tener un corazón tan grande. Se nota que eres muy sensible y de buen corazón.
    Tus palabras han sido muy bonitas y reconfortantes.
    Sin conocerme de nada me tiendes tu mano, e incluso me dices que si quiero tu teléfono. Eres increíble. Muchísimas gracias.
    No dejarse vencer por la falta de autoestima... uf.. tan difícil, y la vez tan simple algo como eso.
    Pero.. no sé.
    Si te has sentido así de mal alguna vez me alegro muchísimo que hayas conseguido quitarte ese malestar. Porqué desde luego que es imposible que no merezcas el cariño de nadie, ni que des asco, ni nada. Y me alegro mucho de que lo sepas.
    Intentaré hacer caso a tus consejos, y luchar contra esos pensamientos, pero al mismo momento me invade otro; "¿Y por qué iba a merecer yo sentirme bien?". Es un agujero, en fin. No te doy la lata, que suficiente ya es hecho en leerme y dedicarme tu tiempo.

    PD: Tienes mucho talento escribiendo, y esta histora de La princesa muerta, está muy bien. Sólo espero que no sea cierta..

    Encantarme es poco, me chifla el cine!!!! que envidia me das que estudies cine, seguro que es genial.

    Me quiero leer todas tus entradas que seguro que son muy buenas, pero aun no he tenido opurtunidad. Cuando esté más animada que me recordaré a hacerlo.

    Muchas gracias de nuevo, y aunque no es nada, tu también tienes mi apoyo sincero.

    PD2: Si no te comento cada día es porqué a veces es que no puedo ni conmigo misma como para hablar con nadie, pero ten presente que leo a todas siempre que puedo^^

    un beso.

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