martes, 28 de junio de 2011

Conversando con los personajes 1

Estoy disgustada. Tengo que escribir una maldita historia y no sé cómo. Pensé que sería bueno charlar con los personajes para darles un poco de vidilla y para ver si ellos mismos saben definirse. Menudo son algunos. Es una tarea ardua. Para aquellos que queráis escribir y, de vez en cuando tengáis charlas con los personajes, no dejéis que se os suban a la chepa como a mí el tonto este. El caso es que llevo mucho tiempo dándoles vueltas a todos ellos, a los personajes y al final me he citado con uno de ellos para ver si podíamos hacer algo. Se supone que yo soy la que manda porque yo le he creado pero bueno ¡vaya humos! Me ha cabreado mucho. Tendré que ponerme seria cuando acaben los exámenes. Ya me diréis qué os va pareciendo la historia de Isla. 

Hoy me ha observado y se ha quedado pensativo. No ha estado muy locuaz. Ha espachurrado el cigarrillo en la arena y me ha mirado directamente a los ojos. Sebastián tiene cosas que nadie tiene. Tiene esa mirada con fondo. Mirada con fondo. Siempre me gustó decirlo. Seguramente eso es lo que calma a Julia por las noches. La mirada con fondo de su hermano mayor. Sebastián ha espachurrado el cigarrillo y casi me ha obligado a hundirme en ese insondable pozo de sus ojos. Son hermosos. Para qué negar que Sebastián es pura dulzura. A todos les encanta Sebastián. Sebitas, le llama la madre. Ya se llevó palizas del padre cuando era pequeño porque pensaban que era homosexual. No lo era. En lugar de eso, se enamoró de Julia. Gran error enamorarse de una hermana. Julia y Sebastián no hacían otra cosa que estar juntos. Siempre juntos. Julia fumaba opio y se lo dio a probar a Sebastián. Sebastián se quedó prendado de la droga. Desde entonces la fuman juntos. Sebastián no es tan malo cuando no se droga. Pero si Sebastián se droga un poco, acaba drogándose mucho. No puede parar. Por eso asusta a su hermana Isla cuando la mira con sus pupilas de loco. 
Sebastián se ha quedado sentado un rato mirándome junto al cigarrillo espachurrado. El mar rugía a sus pies. Lo cierto es que piensa que no le conozco. Por eso no ha estado muy locuaz (al principio). Piensa que le he prejuzgado y puede que tenga razón. No es un psicópata. 
Eso sí, le ha molestado que eligiese a Isla como protagonista cuando él es más interesante. Eso piensa él. Le he dicho que es un insolente, que ya tiene un papel crucial en la historia. Hemos discutido. Me ha dicho que él no se drogaría si no fuera por Julia. Él antes no se drogaba. 
Le he preguntado que por qué se enamoró de su hermana y no ha sabido contestarme. Ha liado otro cigarrillo se lo ha encendido y se ha quedado con sus ojos fijos en el mar. 
Después de un rato me ha preguntado si estaba enfermo por enamorarse de su hermana. Le he dicho que no lo sabía. Se ha enfadado. Dice que si no lo sé yo que soy la autora...
Ahí me ha pillado. He estado a punto de pedirle un cigarrillo pero al final he pasado. Yo ya no fumo pero mis personajes me desquician. Sigo teniendo ganas de fumar y por eso dejo que Sebastián fume, es un consuelo. "Esto no me lo quitas. Te lo advierto" levantando el cigarrillo. "Al fin y al cabo podría ser marihuana y no opio. El opio es más sofisticado, más romántico ¿verdad?". Este chico me desconcierta. Le he dicho algo así como que suponía que sí, que el opio era más romántico. Sebastián ha sonreído de medio lado. "¿Soy un artista atormentado?" parecía feliz. "Supongo que eso pretendo que seas" le he contestado. "¡Supones, supones, supones! ¡Defíneme, joder!" El pobre tiene razón. Después me ha dicho que Julia también está molesta por su personaje. Dice que no está bien definido. 
Me ha dejado hecha polvo. No quiero ni pensar en lo que dirá Isla, la protagonista. 
"Perdona, Sebastián" no sabía qué decirle. "Ya, ya. Déjalo" estaba muy disgustado. Le he prometido que, al menos, consultaría lo del incesto en la enciclopedia o algo así y le daría algún giro a sus pequeñas aventuras. Le definiría más. A él y al resto, claro. "Y que sepas que somos muchísimos hermanos. Tienes trabajo, bonita".
¡Será borde!
Al final me ha preguntado que por qué Isla le odia. Le he dicho que no estaba segura. Ahí ya sí que se ha cabreado de verdad. Se ha puesto hecho una furia. Ha vuelto a espachurrar el cigarrillo en la arena (el segundo, claro). "¿Al final voy a tener que ser yo quien te lo diga todo?" He agachado la cabeza. "¡Está clarísimo! Isla me odia porque soy un artista atormentado y muy inteligente. Soy sensible y guapo. Tengo esta mirada melancólica de niño triste a pesar de tener veinte años y, además le quito a Julia. Me tiene envidia y celos. Encima, cuando me drogo, la molesto. A Isla, me refiero. Por eso me odia."
"Pero eso no puede ser" le he dicho, "Isla es la protagonista y no puede ser así" ¿O sí puede? Ya no lo sé. Me da rabia que mis personajes me lleven la contraria. No sé definirlos. Entonces, he encontrado un argumento que acallaría a Sebastián antes de que le diera tiempo a encenderse otro pitillo.
"Pues, ¿sabes qué, listo?" le he dicho. Me ha mirado desde su nube de artista bohemio intelectual.
"Es una historia surrealista, no tiene por qué tener sentido" (Ahí queda eso, Sebitas).
Sebastián se ha puesto filosófico. Esta vez se ha encendido la pipa de opio (no sé ni de dónde la ha sacado, en mitad de la playa desierta). "El surrealismo tiene una base real. Se trata de alcanzar lo más profundo del ser humano mediante procedimientos ilógicos" (Maldito repelente intelectual) "Se trata" ha continuado "de descubrir una verdad, con escrituras automáticas, de acuerdo, sin correcciones racionales ni nada. Pero siempre hay que descubrir una verdad" Me ha dejado sin habla. Sólo he podido contestarle: "Pero todo eso sin seguir nunca un razonamiento lógico ¿no?". "Exacto, rinoceronte mío". (Y encima se burla de mí el muy gilipollas). 
"Esto es muy difícil. No sé si voy a saber...Esto lo hacían verdaderos artistas de la talla de Dalí, Man Ray, Buñuel, Breton..." me he sentido perdida. Sebastián se ha incorporado y se ha reído con la pipa en la boca y todo. Con esas pintas de poeta tuberculoso que me lleva. "No haberte comprometido a escribir surrealismo, tía lista." Y dicho esto, se ha ido alejando en la neblina. Idiota. Pero tiene razón. Cuando acabe los exámenes tendré que ponerme manos a la obra con la historia.

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