sábado, 18 de junio de 2011

Symbolic blood

No me llames loca si, en un arrebato, 
lanzo a un obispo por la ventana junto a otros muebles surrealistas.
¿Por qué llamarlo locura cuando 
tan sólo es un pequeño toque de lo que todos llevamos dentro?
Necesitamos expresar la clarividencia 
de nuestros pensamientos contorsionistas y desbocados. 
Si tú piensas en rinocerontes, perfecto. 
Si piensas en un huevo como símbolo de nacimiento, fertilidad y, 
¿Por qué no decirlo? como el ego masculino en su estado de máximo esplendor, perfecto. 
Yo pienso en una enorme lágrima con tu boquita de fruta dentro. 
Y si juega el Barça, bien.
Y si estamos locos, genial. 
El que no esté loco que se atreva a decirlo abiertamente,
si quiere.
¡Qué desdicha de vida sin una pizca de surrealismo!
Porque, hay que recordar que todo tiene una enorme carga simbólica. 
Todo es real y surrealista. 
Es la amalgama de sabores y sinsabores,
de premoniciones y de burlas,
de risas y de hiper realidad. 
Porque, muchas veces, 
la realidad, amigos, supera a la ficción.


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