En fin, hoy el día se ha torcido...bastante, digamos. Pero bueno, siempre queda la soledad de la escritura, el consuelo de esas pequeñas personitas a las que tengo abandonadas, con sus aventuras a medio escribir. Personitas como Isla, la niña que cambió la vida de todos. Pobre Isla. Si la conociérais...¡Si yo la conociera! Es un personaje sumamente desconcertante. A veces me reta y me es imposible saber con qué va a salirme. Además, con esto de escribir su historia del revés, conocemos a Islita a medida que indagamos en su pasado. Para hacer a su hermana Julia, está claro en quién me inspiré. En mi amiga Aranza y su precioso pelo largo. Pero esto es un secreto muy grande que sólo puedo publicar en Internet. Sebastián, en fin, Sebastián es mi lado oscuro. Sebastián sería yo si fuera chico y fuera malvado. Pobrecillo, también es una víctima de las circunstancias. Deberíais leer a mi pequeña Isla. Nadie se da cuenta de que la pobre también piensa. Aunque sea rara y esté medio locuela.
A Víctor y a Daniel no los conocéis, pero están muy enamorados y, si no me equivoco, estarán en la fantasmagórica casa de Víctor, haciéndose arrumacos. Se adoran. Víctor es un hombre adulto y Daniel roza los quince años. Es una historia peculiar que me surgió en 2009 y todavía la arrastro. Ahí siguen, en la casa. Daniel, el pobre, quiere saber dónde puñetas se crió su madre. Víctor es un escritor frustrado y fracasado. El único que lee sus historias es su adorado Daniel. En fin, pobres. Últimamente pienso mucho en ellos. Pienso, también en Julia, la madre de Daniel, y en la amiga íntima de aquella, Aurora. Aurora es también Aranza. Mi querida amiga me ha inspirado personajes peculiares. Toda ella es una peculiaridad. Es muy compleja. Deberíais verla, os gustaría. Entenderíais lo que quiero decir.
Mis personajes y mis inspiradores...¿Qué hago yo? Crear a Isla que, ahora mismo, tendrá los brazos cruzados sobre el pecho, enfurruñada por mi pereza, y sacudirá sus rizos. ¡Rizos! Todavía no había hablado del físico de Isla. Tiene el pelo rizado, castaño y corto. Tiene unos rizos muy graciosos. Es delgada y esbelta. Parece un maniquí de los años veinte pero en versión infantil. Tiene incontables hermanos. A cual más surrealista. ¿Hay algo que no sea surrealista en la vida de Isla? Todavía no os he contado cuando cubrió a sus hermanos pequeños con plumas. Ni ella misma supo explicar por qué lo hizo. Se encogió de hombros. Los pequeños reían encantados, con aspecto de pollos gigantes. A Isla le gustan los pollos (no los de comer), le hacen mucha gracia. Los pajaritos le molestan porque siempre le hablan en griego clásico y ella no entiende el griego clásico. Le pasa como a Virgina Woolf. A su vez le pasa a Septimus Warren Smith, un personaje de La señora Dalloway, obra cumbre de la Woolf. Me encanta esa novela aunque, me deprimió un poco.
A veces pienso que Isla estaba ya creada y que yo la descubrí. Fui la única que se abrió paso entre sus cuantiosos hermanos, todos dignos de protagonizar una novela, cualquiera de ellos: Sebastián, Julia, Juanito...Yo me fijé en Isla. Ella es distinta.
No me he inspirado para nada en mí para hacer a Isla, por más que me pregunten. No. Por eso me cuesta captarla. Me rehuye y se pone manos a la obra con su papiroflexia. Me mira de refilón. Me hace gracia. Me mira como diciendo: "A ver qué se te ocurre que sea digno de mi rareza". La adoro. Es sencillamente genial. No es ni mala ni buena. Ni lista ni tonta. Es Isla. Mi pequeño personaje nuevo. Es la única que he querido traer al público, para que la veáis crecer.
Víctor y Daniel tienen mucho de mí, aunque, no me importa mencionároslos de vez en cuando. También los adoro. Sobre todo a Daniel. Es como una Lolita pero en niño. Es precioso, ojalá lo leyérais alguna vez...Os encantaría.
A mí, mis propios personajillos a veces me dejan sin habla. Sobre todo Islita. Tengo que buscarle algún quehacer, alguna aventurilla de poca monta. De momento, la dejaré mirando a Juanito que, seguramente, a su vez, estará mirando las copas de los árboles. Julia estará retozando con Sebastián en el Salón Verde y habrán fumado opio como si no hubiera un mañana. Lástima que no estuviera Isla allí para mordisquearle los mechones de chocolate a su hermana.
En fin, esto es un breve (¿breve?) resumen de lo que ahora escribo. Si queréis conocer la surrealista historia de Isla, podéis leerla en mi Paradiso Perduto. Aquí es donde ella vive. ¿Dónde mejor?
Besos infinitos aunque hoy esté un poquito mustia...(para adelante siempre, va! jejeje)
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